POR CARLOS LÓPEZ ARRIAGA
Los observadores más imparciales del segundo debate coinciden en que la experiencia representó un tropezón para ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, entre otras razones porque los adversarios supieron focalizar mejor sus flancos débiles.
Sus contradicciones (que no son pocas) y sobre ellas golpearon sin piedad, sin que el tabasqueño esgrimiera argumentos para defenderse. Fue como un bombardeo inclemente, con muy pobres baterías antiaéreas.
De ahí la pregunta que suele aflorar luego de cualquier debate. ¿Qué tanto y de qué manera se movieron los cartones, los números, a consecuencias de dicho encuentro?
Sin tener cifras a la vista (ahora sí que a puro ojo de buen cubero) me atreví a comentar ayer que la estadística podría mostrar incrementos interesantes en las intenciones del voto por ANAYA y MEADE, con castigo (y a cuenta de) las simpatías de LÓPEZ OBRADOR.
Pero también me animé a prevenir que no sería mucha la pérdida. Entre otras razones porque la opción por AMLO es un asunto de fe, sobre todo en la base de la pirámide social, el sector más amplio de la población.
Si usted lector (lectora) consulta a las clases medias urbanas y universitarias, no dudo que encuentre una cantidad importante de reclamos contra las incongruencias de AMLO.
Señalamientos muy sentidos sobre sus desbarres, despropósitos, malas maneras, lagunas informativas, marrullerías, mañas y truculencias.
Radicalmente distinta será la respuesta si hacemos dicha pregunta al sector social de la agricultura (incluyendo pequeños propietarios), oficios diversos como plomero, carpintero, albañil, electricista, mecánico automotriz, mesero, empleado de gasolineras, talleres mecánicos, vulcanizadoras.
Al obrero fabril, esa carne de maquiladoras que sobrevive con sueldos infames, al empleado del sector servicios, a los jubilados y a buena parte del magisterio.
La respuesta es AMLO, AMLO, AMLO…
Y, la verdad, a este ramillete amplio de grupos sociales, les importa muy poco todo lo malo que las redes y medios digan de ANDRÉS MANUEL.
Podrán escuchar con atención todas las disertaciones, argumentaciones, razonamientos en contra del mesías macuspano y su respuesta será la misma: como quiera van con LÓPEZ OBRADOR.
De aquí la pregunta planteada en el título de esta columna: ¿de qué tamaño es el agujero que dejan por saldo los yerros del tabasqueño en Tijuana?, ¿cuánto suben sus adversarios, ¿cuánto baja él?
La respuesta tiene que ver con la expectativa de sus contrincantes. Los cálculos de sus respectivos cuartos de guerra. Los de MEADE, ANAYA y (si es que existe) el del BRONCO.
Solo que PEPE TOÑO y JAIME están perdidos desde el inicio. Para fines prácticos no existen, si lo que nos importa hoy es delinear los términos de la recta final.
Lo dije al principio de la contienda, insisto ahora. La única opción para los enemigos de AMLO (guste o no) es RICARDO ANAYA y esto implica desfondar (corrijo ahora: saquear) los activos de MEADE y echar fuera a los independientes.
Ya se fue MARGARITA, sigue el BRONCO. Entre otras razones, por ruidoso, altanero, improductivo, inútil. No le quita votos a LÓPEZ OBRADOR (como soñaron algunos) le roba votos al antiobradorismo.
La fuerza de ANDRÉS MANUEL ha cobrado tal magnitud territorial, que solamente uniendo a TODOS sus contrincantes habría una cierta (incierta, acaso) posibilidad de enfrentarlo con éxito.
Para ello, hay dos nichos electorales de dónde pueden crecer.
(1) Los indecisos, cuyos cálculos (según las casas encuestadoras) varían entre el 20% y el 35%.
(2) Los simpatizantes más recientes de AMLO, expriístas, expanistas, experredistas, exindecisos.
Estos dos rubros son la esperanza real de esa concatenación desigual, informal y sorda de fuerzas que se ha propuesto desde distintas trincheras (y bajo las más diversas ideologías) propinar al PEJE su tercer tropezón al hilo. Y exigirle, de paso, cumplir su promesa de irse a la chingada.
Ya veremos de qué tamaño es el golpe. Aunque tengo rato advirtiendo que la devoción a MORENA es de orden religioso, mítico, atávico. No cambia con razonamientos.
De ahí la feliz displicencia mostrada por el macuspano donde quiera que se presenta. Se da el lujo (mire usted) de ya no solamente solicitar el voto para él, sino para su congreso.
Muy seguro (según piensa) de haber amarrado el Poder Ejecutivo, ahora invoca al electorado para que le conceda (además) la mayoría legislativa que necesita para sacar sus planes adelante, sin trabas ni estorbos. Al menos la Cámara Baja.
De aquí la inquietud entre propios y extraños por conocer la magnitud del daño sufrido por el obradorismo en este segundo (y desafortunado para él) debate en la Universidad Autónoma de Baja California.
Lo cual nos lleva a decir que para cantar victoria, el antiobradorismo tendría que (1) haberle arrebatado una decena de puntos porcentuales al candidato de MORENA, meta difícil y (2) concentrar dicha ganancia en un solo candidato (aunque sabemos que son dos).
De aquí el absurdo (surrealismo puro) en quienes todavía piensan que tiene algún sentido apostarle a un proyecto fracasado, inviable, como el de PEPE TOÑO MEADE o (peor todavía) la payasada cruel que encarna JAIME RODRÍGUEZ CALDERÓN.
A como van las cosas, el (más que probable) triunfo de ANDRÉS MANUEL en julio próximo se fincará, por principio (1) en su tesonera y terca lucha de tantos años y (2) en una conjunción grosera de errores cometidos, uno tras otro, por su amplio ramillete de adversarios.