Carlos López Arriaga
Sorprende la prisa que PAN, PRD y MC aplicaron al proyecto de compartir candidato a presidente de la República en la entrante elección federal.
Lo que apenas unas semanas atrás parecía un proyecto incipiente hoy es (nada menos que) un acuerdo formal registrado ante el Instituto Nacional Electoral.
Van juntos y el nombre que finalmente escogieron para llamar al ente común pluripartidista fue el de “Frente Ciudadano por México”, con la firma al calce de RICARDO ANAYA del PAN, ALEJANDRA BARRALES por el PRD y DANTE DELGADO del MC.
Como en toda sociedad, quien aporta más capital político tiene un peso mayor en la selección de candidaturas, particularmente la presidencial.
Es un hecho que la creación de MORENA debilitó al PRD, le arrebató cuadros, delegaciones capitalinas, curules, escaños y municipalidades.
Por ello, queda claro que el inversionista principal de este proyecto es Acción Nacional en lo que concierne a la urna presidencial, como lo es el Sol Azteca en la puja por la jefatura capitalina.
Y aunque el signatario panista haya sido su líder RICARDO ANAYA, ello no le garantiza la candidatura.
Importa recordar que los otros dos aspirantes fuertes de ese partido, MARGARITA ZAVALA y RAFAEL MORENO VALLE apoyaron desde un principio la idea del Frente y han manifestado su deseo de abanderarlo.
La cuestión ya planteada aquí es cuál de los tres sería más aceptable para el PRD. Sobre todo, si recordamos que buena parte de la clientela y la estructura media del Sol Azteca siguen respirando por la herida del 2006.
Comicios que aseguran haber ganado y sufrido un despojo en beneficio de FELIPE CALDERÓN, al que unas cuantas décimas de ventaja lo hicieron presidente.
Se trata de una querella mayor y más profunda que las de CUAUHTÉMOC CÁRDENAS en 1988 y 1994. Más recordada incluso que la del mismo AMLO en 2012.
La batalla del 2006 representa un trauma imborrable para el perredismo nacional y ello dificulta que ahora acepten a la esposa de su verdugo como candidata.
En aquella elección AMLO también fue abanderado del MC, por entonces llamado Convergencia.
Por lo mismo, PRD y MC comparten la convicción de que CALDERÓN fue un presidente espurio. Epíteto y estigma que además le endilgaron durante todo su sexenio.
Acaso pueda la tribu dominante de los “Chuchos” (ZAMBRANO y ORTEGA) demostrar magnanimidad ante MARGARITA ZAVALA.
La duda es si la actual mancuerna dirigente (ALEJANDRA BARRALES, BEATRIZ MOJICA) comparta esa tolerancia y criterio amplio hacia la esposa de CALDERÓN.
Máxime cuando vemos que el propio FELIPE está plenamente involucrado en las tareas proselitistas de MARGARITA. Se diría que es su verdadero jefe de campaña, el operador en jefe.
Por ende, para BARRALES y MOJICA les sería más fácil interactuar con RICARDO ANAYA, una figura de muy reciente incrustación dentro del panismo nacional.
El problema es que ANAYA tiene un enemigo muy poderoso hacia el interior de su partido, como es FELIPE CALDERÓN. Todo su grupo abomina a RICARDO.
De aquí la previsión de que existiría un veto mutuo entre las corrientes que respaldan a ZAVALA y ANAYA. Pleito irreconciliable que incrementa las posibilidades de un tercero en discordia, como es el exgobernador poblano RAFAEL MORENO VALLE.
Quien, por cierto, se ha esforzado en llevarse la fiesta en paz con anayistas y calderonistas, evitando la confrontación y tomando distancia de cualquier reyerta intestina.
Desde luego, nada está escrito todavía. Veremos cómo juega sus cartas cada quién en los meses que faltan para la definición.
El proceso eleccionario del 2018 parece dominado por factores impredecibles. Cualquier observación al respecto tiene valor temporal y representa, muy apenas, la fotografía del instante.