Por José Ángel Solorio Martínez
Altamira, Tamaulipas, fue el distrito en donde se desplegó el proceso interno de MORENA, para elegir a los delegados a su Congreso Nacional, con mayores irregularidades. A tanto llegó el lodo de esos comicios que el Comité Ejecutivo Nacional, optó por anular el resultado y ordenó repetirlo.
Se evidenciaron tantos fallos, que el dirigente morenista, Mario Delgado Carrillo, anunció de la mejor manera –para no ensuciar más el saldo final– que “se repetirá la elección en los distritos 7 (Altamira) y el 9 (Reynosa).
¿Qué pasó en Altamira, que contaminó la elección?
Muchas circunstancias lamentables:
1.- El alcalde Armando Martínez Manríquez, decidió apropiarse para si y para su familia la estructura partidista de MORENA en la ciudad. Basta decir, que Armando, con su hermana María Elena, arrasaron en el ejercicio comicial: entre los dos, obtuvieron casi 10 mil votos, dejando muy atrás a los demás candidatos que apenas pudieron obtener escasos mil sufragios.
Militantes históricos del lopezobradorismo, denunciaron la intromisión de fondos y recursos del Ayuntamiento para privatizar al partido que les dio alojo y poder.
Armando, no se tentó la bolsa para construir ese triunfo familiar.
Pagó trasporte a seguidores –y cubrió tres días de salario- quiénes en peceras y camiones de ruta, se movilizaron para apersonarse en las casillas y apoyar a su empleador.
De alguna forma, el jefe edilicio, se las arregló para rasurar el padrón y dejar fuera a muchos potenciales aspirantes a delegados que pese a ser de la vieja guardia militante, fueron inhabilitados para participar como candidatos y para votar.
Erick Bretón y Marco A. Santiago, parte de la membresía de mayor congruencia y consistencia, fueron soslayados por órdenes de la familia Martínez Manríquez. Bretón fue rasurado de la lista de electores; a Marco, se le anularon centenares de papeletas que estaban marcadas a su favor.
2.- Debió asustar mucho al CEN guindo, las decenas de denuncias e inconformidades de la militancia para echar atrás el resultado. Videos, fotografías, evidencias de reparto de dinero y despensas, fueron documentadas por unos simpatizantes de lopezobradorismo que aún hoy no dan crédito a la acción del alcalde para aplastar a quienes no piensan como él dentro de su propio partido.
3.- Altamira tiene hoy, una organización guinda, que es un catálogo de lo que no debe ser. El nepotismo –la familia Martínez Manríquez, manda desde la Tesorería, hasta la Secretaría de Obras Públicas– la corrupción, –de quien sabe dónde, se comenta, pagan puntualmente el dinero que los hermanos Carmona invirtieron en su campaña– y la mentira, campean en el Ayuntamiento altamirense.
4.- La actitud de Armando, ha fracturado a MORENA en la ciudad. Aunado a ello, la hermana del alcalde, opera como la alcaldesa segunda, decidiendo en áreas estratégicas del Ayuntamiento provocando el rechazo natural de los núcleos fundacionales morenistas.
El CEN tiene una grande disyuntiva en sus manos: limpiar la elección en Altamira, para dar espacios de representación a la vieja militancia, o tomar el camino irremediable, de convertirse en un núcleo para la repartición del poder de una sola familia: la Martínez Manríquez.
Esas monarquías de huarache, degradan a un partido que sigue siendo esperanza de muchos tamaulipecos. Confían éstos, en poder disfrutar gobiernos con nuevas formas de operar y de relacionarse con los ciudadanos.
Armando no sólo sumó corrupción a MORENA; también le inoculó inequidad, una penosa inequidad.
¿Cómo un militante de a pie, puede competir en igualdad de circunstancias contra un alcalde que invirtió millones de pesos para ser delegado y hacer delegada a su hermana?
Ese cuestionamiento, es más que suficiente para anular la elección.
Esperemos que Delgado Carrillo, recomponga en Altamira, un partido cuyo tufo hoy refleja descomposición y putridez.