
Raúl Hernández Moreno
En el trienio de Daniel Peña, 2005-2007, cuando el turismo texano empezaba a escasear en Nuevo Laredo y los comerciantes del sector centro demandaban apoyo para reactivar esa zona, el entonces alcalde les recomendó cambiar de giro a quienes estaban enfocados a la venta de artesanías nacionales.
Palabras más, palabras menos, les dijo que el comercio de artesanías tendía a desaparecer. Y en efecto, con el tiempo se confirmó el dicho de Daniel Peña hoy son raras las casas que ofertan artesanías, cuando antes había docenas. Pero además se acabó el turismo texano, desde los que venían en plan de divertirse, los que venía a consultas médicas, los que visitaban restaurantes.
Décadas atrás, el comercio de artesanías vivió sus momentos de jauja y recibía a visitantes como la señora Lady Bird Johnson, esposa del presidente estadounidense Lyndon B. Johnson aquí en Nuevo Laredo, en una casa de artesanías, se construyó un altar que uso el Papa Juan Pablo II cuando visitó San Antonio, Texas, en 1986.
El comercio de artesanías nacionales era una chulada. En una misma tienda se podía adquirir barro negro de Oaxaca, alebrijes de Guerrero, dulces regionales traídos de Puebla y Guanajuato, vasijas de cobre de Michoacán. Los texanos se iban encantados, sin importarles haber pagado el doble o el triple del precio original en que se vendían los productos en los estados donde se producían.
Se acabó el negocio de las artesanías y se acabaron centenas de fuentes de empleo, pues la mayoría de los comerciantes no quiso cambiar de giro, convencidos de que si durante 20, 30 o 40 años les había ido bien, tenía que seguir yéndoles bien.
En 1997, cuando Antonio Sánchez Gochicoa aspiraba a ser candidato del PRI a la gubernatura, manejó el discurso de que Nuevo Laredo tenía que hacerse a la idea de que la aduana tarde o temprano se acabaría y ponía como ejemplo ciudades europeas donde con los tratados comerciales, se acabaron los aranceles, las mercancías entraban y salían sin dificultades y las aduanas desaparecieron.
El vaticinó de Sánchez Gochicoa, a diferencia del de Daniel Peña, no se cumplió y 20 años después el comercio internacional crece cada año en la zona de los dos Laredos.
La aduana sigue siendo la principal apuesta de Nuevo Laredo, junto con la industria maquiladora. No se han ampliado los campos de acción.
Seguir apostándole todo a la aduana, se justifica, porque ha sido el motor del desarrollo de Nuevo Laredo durante décadas, pero no estaría mal diversificar la economía, como lo hacen los primos laredenses que alientan el comercio con decenas de plazas comerciales, que promueven conciertos musicales, atraen toda clase de restaurantes, que la apuestan a la educación universitaria y con ello atraen a cientos de estudiantes extranjeros y un largo etcétera.
Que bueno que la aduana siga siendo el motor del desarrollo y que aparentemente pueda serlo por mucho tiempo más, pero ¿y si se acaba?
García Marín y su permanencia en la CNOP
Hace casi un mes, el 15 de febrero, la mayor parte de los secretarios generales integrados a la CNOP, tomaron el acuerdo de firmar un documento en el que exigen a sus dirigentes estatales y nacionales, que se permita que Benjamín García Marín permanezca al frente del sector hasta el 2019.
Para ello establecen que es la asamblea quien debe decidir el destino del sector y ellos quieren a Benjamín como dirigente. Setenta secretarios generales avalan este acuerdo
La noticia, por supuesto, no gustó a los disidentes, pues los hay, dentro y fuera de la CNOP, pues hasta los que no pertenecen o no participan, se sienten con derecho de intervenir.
El paso de García Marín al frente de la CNOP no ha sido fácil. Desde que llegó a la dirigencia, a mediados del 2010, desde la capital del país y del estado se quiso s imponer a Feliciano Guerra. La militancia se opuso y logró que desistiera nada menos que el gobernador Eugenio Hernández y el senador Manlio Fabio Beltrones. No pudieron con la militancia.
En octubre de 2014, hubo otro intento por hacerlo a un lado y se propuso como su sustituto a Luis Castillo. Los secretarios generales nuevamente cerraron filas con García Marín y se dio marcha atrás al movimiento.
En agosto de 2016 hubo un tercer intento de quitarlo. De la dirigencia estatal vino un enviado que en conferencia de prensa “desconoció” a García Marín, pero la militancia cenopista se opuso y se volvió a dar marcha atrás.
Las críticas en contra de García Marín están a la orden del día y el principal señalamiento que le hacen es que en la última elección traicionó al PRI promoviendo el voto a favor del PAN y que por eso se perdió, argumento endeble pues la CNOP no es el PRI, hay otros sectores y organizaciones, además de que el PRI sigue conservando su voto duro de las últimas cuatro elecciones. No se ha producido una caída drástica de su voto y por el contrario en el 2016 se mejoraron ligeramente las cifras del 2015 y 2013. Estadísticamente, el PRI tuvo mejor candidato en el 2016 con Héctor Canales, que en el 2015 con Yahleel Abdala. Si esta ganó fue porque tuvo una rival débil que no convenció en campaña.
Llama la atención que García Marín quiera seguir al frente de la CNOP en los tiempos actuales, en los que a falta de apoyo gubernamental, de los bolsillos de los militantes tienen que salir los gastos para el pago de servicios de las instalaciones del sector. Es esta razón, quizá, por la cual los secretarios generales se aferran a su líder. Lo ven compartir las desgracias, los golpes bajos, los pronósticos fallidos. Cualquier otro ya hubiera saltado del barco.
La realidad es que el día que García Marín sea relevado de la CNOP le harán un favor, pues tendrá una preocupación menos en su vida. No sabemos cuánto tiempo más va a pasar para que lo cambien, por lo pronto la militancia activa lo quiere como dirigente, para disgusto de sus opositores, entre ellos la diputada federal Yahleel Abdala que ingenuamente comenta que quienes respaldan a García Marín son los mismos de la CNOP y así qué chiste. ¿Entonces son los extraterrestres quienes deben apoyarlo?