Por Raúl Hernández Moreno
En 1990 se creó el Instituto Federal Electoral, antecedente del actual Instituto Nacional Electoral. Desde entonces, los procesos electorales se han ciudadanizado, en un esfuerzo por legitimar las elecciones.
En estos 29 años se han aprobado muchas reformas tendientes a transparentar las elecciones: personal de casillas ciudadanizado, topes de gastos de campaña, padrones con fotografía, prohibición para contratar publicidad en radio y televisión, un organismo autónomo para atender las quejas presentadas en el proceso, una fiscalía especializada en la investigación de los delitos electorales y un largo etcétera que hasta ahora no ha desterrado la cultura de argumentar fraude, para justificar derrotas.
¿Hasta cuándo se terminará esa práctica? Posiblemente nunca, porque vivimos en un país en donde el que gana dice que la elección fue limpia y el que pierde alega que le hicieron fraude.
En el 2006 y 2012, Andrés Manuel López Obrador dijo que le habían hecho fraude. En el 2018, como ganó, la elección sí fue limpia.
Total, este país no tiene remedio.
En otro tema, el regidor Jesús Valdez Zermeño recibió la invitación, y acepto, para ser padrino de graduación de 61 niños de la escuela Revolución que terminan su primaria el próximo 25 de junio.
El profesor Isidro Salas, director del plantel, acompañado de varios de los niños próximos a graduar, le presentó la petición formal.
Por cierto que para el próximo año escolar, el calendario de clases será de 190 días. Actualmente, aunque suene absurdo, hay escuelas con calendario de 185 días y otras de 195 días, por lo que algunos terminan su ciclo a finales de junio y otros en la primera decena de julio.
En otro tema, estamos a cuatro meses de que termine la actual legislatura y es una vergüenza que ninguno de los tres diputados que representan a Nuevo Laredo se hayan dado un espacio en esos tres años para rendir un informe de labores.
Estos tres diputados, en su momento le dijeron a los ciudadanos que de ganar regresarían a verlos a los ojos, a hablar con ellos, a escucharlos, a atenderlos. Es la misma promesa que hicieron los diputados que estuvieron antes que ellos. Y como es una promesa que es más vieja que los abuelitos, ahora que los actuales candidatos a diputados se comprometieron a regresar a reunirse con la gente, nadie les creyó.
Pero si hay algo peor que un mal diputado, es lo que dijo Glafiro Salinas en el sentido de que estaban haciendo historia como el mejor Congreso de la historia de Tamaulipas. Si este es el mejor, ¿cómo estarán los anteriores?
Quizá por eso los ciudadanos emplean con los diputados aquello que escribió Jorge Luis Borges: “Yo no hablo de venganzas ni de perdones, el olvido es la mejor venganza y el mejor perdón”. Y efectivamente, en un años, o en dos, ya nadie recordará los nombres de los que todavía hasta el 30 de septiembre seguirán siendo diputados.