Raúl Hernández Moreno
Quizá a algunos ya se les olvidó que en el 2015 el PRI se llevó el carro completo en Tamaulipas. Ganó 8 de 8, no dejó nada a los demás. Con ese antecedente, los priistas llegaron al 2016 convencidos de que Francisco García Cabeza de Vaca era un candidato golpeable y fácil de derrotar y lo golpearon.
De él se dijo todo, desde su arresto en tierras texanas cuando era un jovencito, de su “chalet” suizo, de sus propiedades en Texas, de su departamento de súper lujo en la Ciudad de México y a pesar de todo eso, Cabeza de Vaca ganó con una mayoría aplastante.
De nada valió que el candidato priista tuviera el apoyo del Luis Videgaray quien no batalló para convencer al señor que vive en Los Pinos para que autorizara su candidatura.
El PRI conservó su voto duro, pero no le alcanzó para ganar, quizá por el hartazgo ciudadano frente a un gobierno que no dio los resultados que se esperaban.
Este año, en que se deciden varias gubernaturas, hay quienes sostienen que quien gane el Estado de México automáticamente va a ganar la presidencia de la república. No creemos que sea así, si recordamos el carro completo del PRI en el 2015 en Tamaulipas.
Es casi seguro que el Estado de México lo gane el PRI o el PAN, en ese orden. Pocas esperanzas hay para Morena y sin embargo, para el 2018 el rival a vencer es Morena y sus posibilidades de ganar crecen tanto que hay priistas y panistas convencidos de que es hora de ir aliados en el 2018 para aumentar sus posibilidades de ganarle a Andrés Manuel López Obrador.
Hasta ahora las alianzas PRI-PAN han sido de facto y es seguro que una coalición de derecho tarde en verse varios años más. En el 2018 es posible, casi un hecho, una alianza de facto PRI-PAN para frenar a López Obrador, esto sin importar quien gane el Estado de México.
En otro tema, a la presidenta estatal del PRI, Aida Zulema Flores Peña, le fue como en feria en su visita a Nuevo Laredo, la primera a casi nueve meses de la derrota del tricolor en Tamaulipas.
Después de casi nueve meses de la derrota, los priistas siguen enojados con la dirigencia estatal y así se lo hicieron saber a Aída Zulema. Se quejaron del abandono en que se tiene al priismo de Nuevo Laredo, de los apoyos raquíticos, de que ni siquiera hay una palmadita en la espalda, una palabra de aliento, no hay nada de nada. Le fue mal. Y no es para menos.
Y es que después de la derrota de junio de 2016, les faltó altura, tanto a Rafael González como Aída Zulema. Ante la derrota no reaccionaron. Se quedaron congelados y González salió del aturdimiento cuando recordó que aún perdiendo, ganó una diputación. Se fue a calentar el curul, como si fuese un triunfador. Se hubiera visto mejor que renunciara a la diputación, pero no lo hizo porque eso solo lo hace la gente que tiene dignidad.
Los priistas de Nuevo Laredo, y de muchos otros municipios, siguen enojados por lo que pasó en el 2016. Aída Zulema escuchó y tomó nota de estos reclamos, ahora los priistas esperan soluciones.