Por Raúl Hernández Moreno
Roberto Salinas tuvo sus 15 minutos de fama al chocar un vehículo oficial, en completo estado de ebriedad.
De nada le sirvió que su esposa fuese la diputada panista Teresa Aguilar, como tampoco le sirvió ser Subsecretario de Desarrollo Urbano, pues el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca ordenó su cese.
En tiempos de Egidio Torre una información de este tipo se hubiese ocultado, el funcionario hubiese solicitado el cese de los agentes viales y hubiese pedido la cabeza de los reporteros que informaron el incidente, además de regañar al propio Egidio, por las filtraciones.
Que bueno que Cabeza de Vaca actúo con carácter y no se dejo influir por el hecho de que el borrachín sea marido de una diputada. Salinas se excedió, con su actuación alentó la mofa de la administración y merecía ser cesado. No hablemos del juicio moral al que lo sometió la ciudadanía, porque ya sabemos que a los borrachines les importa un pepino lo que la gente piense de ellos.
En otro tema, el alcalde Enrique Rivas dio a conocer una noticia que sin duda a todos alegra. A partir del próximo domingo se reabre a la circulación el tramo de la carretera nacional, a la altura de El Laguito, para permitir el flujo vehicular de sur a norte, es decir, las unidades que vienen de Monterrey.
Desde hace más de cinco meses ese tramo se cerró y los vehículos que venían de la carretera nacional eran desviados por el bulevar Colosio y luego hacia la avenida Tecnológico, lo que convirtió el crucero de avenida Constituyentes y Tecnológico en el más peligroso de la ciudad. A falta de semáforo en ese crucero, los automovilistas que vienen de la carretera no respetan el flujo de un vehículo por turno, sino que literalmente arroyan a los que circulan por las laterales. El crucero exhibe la pobre educación vial de muchos.
Y pensar que esos cafres al circular en las calles de Laredo, Texas se vuelven toda ternura, respetan señalamientos, límites de velocidad. Cuando pasan junto a una patrulla, hasta retienen la respiración. Así de portados son.
Mientras tanto, el panista Eliseo Raúl Huerta está consciente de que no podría entrar a una competencia con Rafael Pedraza, o cualquiera de la gente de este, por la dirigencia municipal del partido.
Y es que de 638 militantes activos, en el grupo de Huerta a lo sumo hay 35, como bien sostiene Carlos Bulás.
La apuesta de Huerta, y también de Salvador Rosas Quintanilla, es que los cambios en el PAN se decidan de manera cupular. Que desde Ciudad Victoria, desde el tercer piso de Palacio de Gobierno, se decida quién debe ser el nuevo dirigente. Con una decisión así, nadie alzaría la voz y acatarían aquella conseja de que calladitos se ven más bonitos.
Claro una cosa es lo que quieren Eliseo Raúl Huerta y Salvador Rosas y otra lo que piense Francisco García Cabeza de Vaca. Igual y es de la opinión de que sean los militantes los que decidan el destino del partido, pero exigiéndoles resultados.
La decisión se sabrá dentro de muy poco.