Raúl Hernández Moreno
Es cierto que las redes sociales están desplazando a los medios de comunicación tradicionales. No solo a los periódicos, también a las revistas, la radio y la televisión. Es un fenómeno mundial, no solo de México.
La diferencia entre unos y otros, es que mientras los medios tradicionales se esfuerzan por su profesionalización y por ajustarse a lo que establece la ley, en las redes la profesionalización es una cara que de pronto ahí esta y al otro segundo ya no. Y en cuanto a la ley, muchos cibernautas se preguntan: ¿Y eso con qué se come?
Las redes son tan fuertes para encumbrar personajes que incursionan en todos los campos: desde la farándula, la ciencia, la literatura, el arte, la cocina, la promoción turística etc.
Pero también son una fuerza destructora. Lo acabamos de ver en Nuevo Laredo en el que a través de las redes a una jovencita del Cbtis 137 se le exhibió como la peor de las delincuentes y hasta un regidor, Freddy Guarneros, se subió al carro del bullying.
Y es curioso que mientras el pomposo nuevo sistema penal acusatorio protege a los detenidos y no permite que se difunda su rostro, así se trate de un sicario, de un violador o un vendedor de drogas a gran escala, en el caso de esta jovencita, que no sabemos si es menor de edad, se exhibió su rostro y su nombre.
Todo el problema derivo porque al ser jefa de grupo se le asignó la tarea de organizar la fiesta de graduación, para ello los 36 alumnos interesados debían reunir 69 mil 700 pesos para pagar el costo del salón, banquete y música.
Pasaron los meses, la fiesta se acercó y resulta que solo se reunieron 29 mil 400 pesos y hubo necesidad de suspender la fiesta. Eso originó que a la alumna la tacharan de todo lo malo, tanto en las redes como en medios de comunicación tradicionales.
Después el regidor Guarneros se erigió como el héroe de la película, se ofreció a organizarles una fiesta en grande y poco faltó para que se los llevara de paseo a París, pero antes se sumó al bullying en contra de la joven sin importarle que vivimos en una época en que la sensibilidad está a flor de piel entre los menores de 25 años y por eso tienen éxito series y programas con un destino trágico que no vale la pena nombrar.
Aquí lo grave es que se le criminalizó, sin acudir a las instancias legales y lo peor es que fue por un asunto pueril.
Y como siempre, los que no cooperaron para la fiesta, los que no completaron la cuota fijada, fueron los más escandalosos, los más exigentes.