
Por Raúl Hernández Moreno
A un servidor, y es posible que a todos los que tenemos un vehículo que funciona a base de combustible, nos gustaría que el gobierno diese marcha atrás en el incremento en los precios de la gasolina.
Entendemos el disgusto de quienes han tenido el tiempo y el coraje para salir a protestar por el alza de los energéticos.
Desafortunadamente no va a pasar nada. Las protestas van a servir de muy poco. El Presidente Enrique Peña Nieto no va a dar marcha atrás en estos aumentos, de la misma manera que no lo hizo frente a las críticas de Alfredo Castillo, Director de la Comisión Nacional del Deporte, y el fracaso de la delegación mexicana que participó en las Olimpiadas.
Como tampoco dio marcha atrás en el asunto de la Casa Blanca; o cuando no se inmutó ante las derrotas del PRI en siete estados y se negó a enjuiciar a los gobernadores rateros.
La crisis poco le preocupa y ocupa al Presidente Peña Nieto y a su gabinete. La preocupación se limita a la emisión de declaraciones ante los medios de comunicación en las que él o sus colaboradores, aseguran que están preocupados por lo que está pasando. Pero los hechos los desmienten, son declaraciones de dientes para afuera.
Los números macroeconómicos cada vez hacen más notorio el divorcio entre los buenos propósitos del gobierno y las cifras reales. El crecimiento de la economía es menor a lo que el país requiere; la inflación esta maquillada pues se omite en su elaboración a productos y servicios de uso cotidiano que aumentan en una proporción mayor al índice inflacionario oficial; el empleo se alimenta de salarios por encimita del mínimo oficial; la paridad del peso frente al dólar nos habla de una economía nada confiable; las inversiones que se esperaban por la reforma energética nunca llegaron y así podríamos enumerar un largo etcétera.
Ante el alza de las gasolinas, y el hecho de que no hay marcha atrás, lo deseable sería que el gobierno federal combata la corrupción en Pemex y que combata el robo de combustibles. Por ambos conceptos se pierden miles de millones de dólares al año.
No somos ilusos. Ni se va a combatir la corrupción en Pemex, ni va a disminuir el robo de combustibles. No hay interés de corregir vicios que llevan toda la vida. Al Presidente ni siquiera le preocupa que con el alza este condenando a su partido perder la Presidencia en el 2018, en tanto no gane Andrés Manuel López Obrador. Está convencido de que no hay forma en que gane el tabasqueño y por eso no va a corregir nada.
A veces da la sensación de que como respuesta tantas ofensas e insultos que el Presidente Peña recibe a través de las redes sociales, su venganza es maniobrar para que a la mayoría de los mexicanos les vaya mal. Pareciera que se duerme imaginando como joder a los mexicanos al día siguiente. ¿Será su venganza ante los insultos que recibe?
Si todo mundo hace mofa del Presidente y su presunta ausencia de materia gris. ¿Por qué no tendría que haber una reacción de parte del Presidente, ante los insultos?